• La Manga del Mar Menor.
  • Cabo Palos y Cala Flores.
  • Playa Honda y Playa Paraíso.
  • Mar de Cristal e Islas Menores.
  • Los Nietos.
  • Estrella de Mar y La Perla del Mar Menor.
  • Los Urrutias.
  • Punta Brava y El Carmolí.
  • Los Alcázares.
  • Los Narejos.
  • Santiago de la Ribera.
  • Lo Pagán.
  • El Mojón.

 

Buscando como objetivo la funcionalidad del paisaje para la mejora de la calidad de vida y de la competitividad turística de los núcleos urbanos ubicados a orillas del Mar Menor, el análisis se ha llevado a cabo definiendo previamente una seria de parámetros formales, que conforman una imagen y los percibimos fundamentalmente por el sentido de la vista;  para pasar después a un análisis sensorial,  estudiando y analizando las sensaciones percibidas en distintas situaciones.

 

 

Mediante el análisis formal, se ha analizado la configuración de los distintos accesos a cada población; cómo se encuentra la trama urbana con el resto del territorio en sus bordes interiores; la conexión de esa trama con el Mar Menor o el Mediterráneo; si existen impactos negativos o positivos cuando recorremos las principales vías de cada núcleo; si existen o no polos de atracción; si la señalética se utiliza o no con alguna intención; si la vegetación se utiliza como configuradora de la forma urbana o si por el contrario brilla por su ausencia; si el mobiliario urbano busca alguna intención de crear identidad o no; y por último si existen puertos y balnearios y su integración con el núcleo.

 

 

A través del análisis sensorial, analizamos si los jardines, zonas verdes y espacios aptos para la interacción social son aptos para la misma o no, si la fomentan o la limitan; si existen señales que nos hagan pensar en un entorno relacionado con la vida saludable o el deporte; si al visitar la playa se percibe una oferta variada de actividades alternativas o si se limita al baño y sol; si la vegetación se utiliza de forma funcional para generar sensación de bienestar o no; si existe presencia humana en la escena, dónde, cuándo y por qué; si el mobiliario urbano cumple o no una función de facilitar el contacto y la relación social; si al recorrer los núcleos algo nos indica que estamos en un entorno relacionado con el mar y los deportes náuticos y cuáles son las sensaciones que percibimos en los recorridos de verano casa-playa y casa-polos de atracción y en los recorridos cotidianos de los no veraneantes.

 

 

Por último se lleva a cabo un detallado análisis tanto formal como sensorial de los paseos marítimos, su morfología, si nos sentimos protegidos frente al tráfico y contra el calor y el viento, si nos brinda oportunidades para sentarnos y permanecer, si facilita o entorpece la relación social y la interacción y en definitiva si se trata de un potencial de disfrute o no.